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El queso de cabra y el Sauvignon Blanc son un clásico en la cocina internacional. Plato simple y delicioso que combina el crocante de la masa con la delicada textura del queso de cabra, y la dulzura de las cebollas caramelizadas con el amargo del berro. El toque especial se lo otorga el aceite de trufas con su aroma almizclado, mohoso y punzante. La acidez del vino es balanceada por la dulzura de la cebolla caramelizada, y la intensidad aromática del queso es equivalente a la del vino. Y por último, las notas de ruda del vino se casan de maravillas con los aromas de las pasturas con las que se alimentaron las cabras.
Para la masa de pizza:
Pele y corte la cebolla en pluma o juliana y cocine en sartén con aceite de oliva y sal hasta que caramelice. Sirva la cebolla sobre la masa de pizza cocida y cubra con queso de cabra rallado. Cocine en horno fuerte por unos minutos, hasta que el queso este derretido. Termine con un chorrito de aceite de trufa y berros frescos.
Para la masa de pizza:
Mezcle todos los ingredientes. Amase y deje reposar tapado con un repasador limpio. Separe en 4 o 6 bollos y estire dando la forma y tamaño buscado. Coloque sobre una placa, agregue un chorrito de aceite de oliva, y cocine por unos minutos en horno bien fuerte.
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